“Las luchas indígenas contemporáneas de Nuestra América”

En diciembre de 2014 tuvo lugar el décimo aniversario del ALBA y también del 1er Encuentro de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad de 2004 [1]. Este Encuentro consistía en la organización de una serie de conversatorios sobre diferentes temáticas, como la economía, los medios de comunicación, cambio climático, panafricanismo, etc. Me pareció una buena oportunidad asistir al conversatorio sobre los pueblos indígenas para conocer el tratamiento que recibiría este tema, ya que debido a un modelo económico basado en la extracción de los recursos naturales, como el petróleo, los pueblos indígenas comparten problemáticas similares en los países miembros del ALBA como Venezuela, Ecuador o Bolivia.

Por Alex ANFRUNS

Pero primero será útil hacer un breve repaso de cuál es el contexto contexto social y político  de Venezuela. La elección de Nicolás Maduro en 2013 frustró las expectativas de la oposición de llegar al poder por vía democrática durante varios años más. A principios de 2014, varios líderes de la oposición acompañaron las protestas estudiantiles que tomaron formas violentas con el fenómeno de las revueltas denominadas “guarimbas”[2].La segunda mitad de 2014 estuvo marcada por una situación económica muy complicada, por la caída del precio del barril de petróleo. A ello se le suma el contrabando masivo en la frontera con Colombia, que tiene como consecuencia el desabastecimiento de productos de alimentación básicos y un fenómeno de inflación que el gobierno venezolano considera como parte de la estrategia de “guerra económica” planificada para crear las condiciones de desestabilización del país y favorecer las condiciones para un cambio de gobierno, al igual que sucedió en el Chile de Salvador Allende. A pesar de ese contexto difícil, el gobierno de Venezuela reivindica su soberanía nacional ante los intentos de injerencia extranjera, y cuenta con el apoyo de instituciones de integración regional como CELAC, al tiempo que amplía sus acuerdos bilaterales con países como Rusia o China. En el plano mediático y cultural, Venezuela cuenta también con una herramienta como TeleSur.

              El uso de la expresión “Nuestra América” en el título de esta conferencia hace referencia al título homónimo de un ensayo de José Martí. Es una expresión que subraya el carácter plural y colectivo de la identidad latinoamericana, y que en el pensamiento de Martí, un destacado luchador independentista, se definía en oposición al imperialismo norteamericano. El uso de la expresión “Nuestra América”, junto a la reivindicación de las figuras de las Independencias como Bolívar o Martí, corresponde pues con una estrategia vigente basada en la integración regional, que Venezuela promueve desde la creación del ALBA en 2004. 

            El panel de esta conferencia estuvo formado los siguientes ponentes:  Morella Moneiro, poetisa indígena; José Pollo, abogado y constitucionalista; Héctor Díaz Polanco, antropólogo; Ronny Velázquez, antropólogo y Rector de la Universidad Experimental Indígena del Cauca; Esteban Emilio Monsonyi, antropólogo, Venancio Morales, antropólogo y asesor del Vice ministerio de Formación de Educación Cultural Bilingüe del Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas, Emanuele Amodio, directora de la Oficina de los Pueblos Indígenas; Raúl Rodríguez, Viceministro para el Hábitat, Tierras y Desarrollo Comunal con Identidad de los Pueblos Indígenas; y Gabriela Croes, Directora General de Asuntos Indígenas del Ministerio de Educación de Cultura.

             El acto comenzó con la intervención de la poetisa Morella Moneiro, quien recitó un poema y unos cantos tradicionales indígenas y explicó la importancia de la oralidad como preservación de la memoria de los pueblos indígenas. El viceministro Raúl Rodríguez tomó entonces la palabra para saludar a la audiencia en el idioma jive [3], indicando que “todos somos indígenas”, y que a pesar de que la historia oficial no registre la historia de las luchas y la resistencia de los pueblos indígenas, éstas prevalecen en la memoria. Explicó que en el pasado las luchas consistieron en episodios de carácter local, y que en el siglo XX se aplican a nivel nacional. Recordó cómo en Venezuela, las organizaciones indígenas de los años 70 permitieron la creación del Consejo Nacional de Indígenas de Venezuela (CONIVE) a finales de los años 80. Sin embargo, explicó que éste no surgió como un producto o iniciativa exclusiva de las comunidades, sino que fue gracias a la visión externa de grupos aliados.[4] Con el paso de los años, los indígenas se apropiaron del mando de las organizaciones, y en 1998 decidieron “en un compromiso histórico” apoyar a Hugo Chávez.

            Según Rodríguez “cuando en 1999 Chávez llamó al  referéndum constitucional, las luchas para que la Institución reconociese los derechos indígenas no cesaron”. Aquellas luchas permitieron que tres constitucionalistas indígenas trabajasen en la Asamblea Constituyente, contando con el respaldo del movimiento indígena nacional. “Esta alianza sirvió para derrotar las visiones reaccionarias que negaban la diversidad étnica. La Constitución fue un logro ya que hubo un reconocimiento de la Nación pluriétnica y multicultural”. Según Rodríguez, se reconocieron así “las formas propias de organización, el derecho a la tierra, el derecho a la salud en una perspectiva integral, la propiedad intelectual de los saberes ancestrales”. A partir de 1999 “se ha entrado en una nueva etapa, que consiste en el ejercicio de los derechos ya reconocidos. Hay un proceso de titulación colectiva de las tierras indígenas y también hay un Ministerio Indígena, Institutos indígenas, Consejos Comunales”. Desde entonces se ha reforzado la participación política directa de las bases en la toma de decisiones, con más de 2686 consejos comunales, más de 1600 asambleas y 38 voceros nacionales.

            A continuación intervino el antropólogo Héctor Díaz Polanco, quien recordó que los países de Latinoamérica tienen un apego al peso cualitativo y al lugar que ocupan los pueblos indígenas en la historia de cada país. Para Polanco, los pueblos indígenas representan “una raíz distintiva de la que se nutre la identidad nacional”. Polanco plantea la cuestión de por qué los cambios para los pueblos indígenas en Latinoamérica solo se han producido recientemente. Y sugirió que “allí donde los pueblos indígenas han hecho conquistas basadas en sus reivindicaciones, éstas se han vinculado íntimamente a la cuestión nacional. Para que avancen en sus luchas históricas, deben articularse en procesos de cambio y transformación nacional”. Polanco citó entonces tres casos de países en los que los progresos para los pueblos indígenas siguieron este esquema. En Nicaragua, a pesar de tratarse de un proceso complejo, tuvo lugar el “primer gran progreso de los pueblos indígenas, ya que obtuvieron una región, una autonomía con el autogobierno de su territorio”. En Chiapas, el levantamiento de 1994 “marcó la agenda de los acontecimientos sociopolíticos en México, y se vinculó con la nación”. Pero a partir de 2002 el EZLN retornó a sus comunidades, reduciendo sus proyectos de cambio nacional, y “se enquistó, al no entender la articulación entre el cambio del mundo indígena y el cambio nacional”. En Bolivia, Polanco puso de relieve el carácter “policlasista y pluricultural”del movimiento indígena, cuya articulación en un movimiento político permitiría el triunfo de Evo Morales. Así, la Constitución de Bolivia representaría “el sistema de autonomías más completo a escala internacional”.

            En todos esos países “no se hubiese podido llegar a cambios nacionales sin los procesos de participación indígena. Estos pueblos hacen una contribución fundamental. En épocas anteriores, muchos antropólogos dudaban de los indígenas como sujeto histórico, debido a la ideología de la época, pero otros creyeron que podían ser sujetos de transformación.” Polanco terminó su exposición con una crítica del proceso de globalización como “proceso etnófago, que es enemigo de los pueblos indígenas”. Citó el caso de México, donde los indígenas viven “las peores condiciones imaginables por la existencia del modelo neoliberal, que por definición es enemigo de la diversidad. La presencia de los pueblos indígenas es la expresión más rica de la diversidad en Latinoamérica”. El caso de la desaparición de jóvenes indígenas, estudiantes normalistas de Ayotzinapa, “ha sido percibido por la mayoría de los mexicanos como un ataque a su diversidad y a su identidad”.

            El antropólogo Monsony comenzó su exposición citando los grandes progresos de las luchas indígenas en Venezuela, mediante el artículo 9 de la Constitución Bolivariana de 1999, que según Monsony “precedió a su época, al reconocer el uso oficial de los idiomas indígenas, como patrimonio cultural de la Nación y de la Humanidad”. Así, a finales de 2014, la lengua mapoyo [5] ha sido reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La creación del Ministerio de los Pueblos Indígenas fue destacada como un progreso considerable. Sin embargo, apuntó al trabajo que queda por realizar, poniendo como ejemplos las luchas por las tierras, la salud y la educación bilingüe. Indicó que ésta aún no se respeta o promueve suficientemente, no se aplica en su totalidad. Monsony dijo que deben realizarse esfuerzos de organización y “combinarse la resistencia y la resiliencia”. Su exposición terminó con el relato de su experiencia en la Universidad Indígena del Cauca, destacando “la interculturalidad creativa” que tiene lugar. Segun Monsony, el Rector se somete a las decisiones del mundo indígena, ya que son éstos “quienes mandan”. Por eso se respetan las nociones indígenas, como el “ambiente íntegro”, en oposición al concepto de “medio ambiente”. También se busca la correspondencia entre el ambiente y la producción.

            El antropólogo Venancio Morales dedicó su exposición a las luchas, logros, avances y perspectivas de los pueblos indígenas, destacando las políticas públicas, mediante la educación intercultural y la preservación del saber ancestral. Morales explicó que su oficina desarrolla varios ámbitos de trabajo:

1- la formación para maestros y la vinculación efectiva entre la escuela y la comunidad. Puso de relieve la importancia del “valor intrínseco de las comunidades” en el papel de la educación.

2. – las funciones de consolidación del saber pedagógico, la sistematización de los saberes. Destacó la problemática de la “interculturalidad unidireccional”, como opuesta a un “proceso colectivo, de todos, no solo de los pueblos indígenas. Debe haber un equilibrio de conocimientos. También los pueblos indígenas deben decidir qué se enseña en la escuela”.

            Morales recalcó la importancia del “registro de las luchas”, ya que el proceso de hegemonización excluye las luchas de los pueblos indígenas. En ese sentido, dijo que el discurso que reconoce a los indígenas como a protagonistas ancestrales de su devenir histórico, es un discurso que se encuentra en construcción. Hubo una valoración mitigada de la evolución en el caso venezolano, con el Decreto 8.3 de la Educación Intercultural y en 2009, con la “Ley Orgánica de Educación”, a pesar de que la Educación Indígena “no es aún una realidad”, y que las luchas deben “ser en virtud de que los pueblos indígenas tengan una educación adecuada, no el reconocimiento de derechos”. Criticó que “la escuela en Venezuela es colonizadora, no hay uso de lenguas indígenas, hay pocos contenidos indígenas”. Morales criticó también que los docentes no estuviesen formando según el paradigma educativo que plantea el estado venezolano, ya que “se niegan a que los saberes ancestrales sean aceptados en la escuela”. Para Morales, ello se explica en particular porque “el sistema de saberes se ha construido siempre en un contexto hegemónico”. Por eso “la sistematización de los saberes ancestrales debe englobar la realidad, teniendo en cuenta el contexto social de la escuela”. En el apartado de logros, se destacaron las 644 escuelas interculturales que existen en todo el territorio nacional, ubicadas en 40 municipios, 8 estados y 65 parroquias. También los 1507 docentes de lenguas indígenas, y 2595 profesores de los cuales 1500 hablan las lenguas indígenas y el castellano, y el resto son semi hablantes. Se reconocieron las ayudas socioeconómicas para la enseñanza que ofrece el Ministerio de los Pueblos Indígenas. Sin embargo falta desarrollar el trabajo en los ámbitos de la participación de la mujer y los ancianos en el sistema educativo; y en la sistematización de los saberes.

            El acto concluyó con la participación de un público formado en su mayoría por estudiantes indígenas de la ELAM, Escuela Latinoamericana de Medicina Dr. Salvador Allende de Venezuela. Me pareció destacable que los organizadores del conversatorio invitasen a estudiantes indígenas a participar como público en el debate que tuvo lugar al final de las intervenciones, lo cual permitió que los principales afectados se expresasen acerca de inquietudes, como la explotación de los recursos naturales y pudiesen recibir explicaciones por parte de responsables de esas políticas. Si bien a primera vista la composición de los ponentes me llamó la atención por el equilibrio entre los académicos y trabajadores o asesores del gobierno, lo cual podría plantear la cuestión de la objetividad de los contenidos, por otra parte cabe destacar que varios de los ponentes con cargos públicos son también representantes de pueblos indígenas. Además, varias intervenciones se situaron bajo un enfoque crítico acerca de las carencias del sistema o el modelo propuesto. Por eso creo que el interés de las intervenciones residía en el realismo derivado de la confrontación entre los objetivos (la teoría o los ideales) y las acciones desarrolladas (la práctica).

            A modo de conclusión, me parece que los objetivos contemplados por este conversatorio fueron cumplidos al ofrecer una amplia perspectiva de la articulación entre las luchas indígenas y las realidades nacionales, poniendo énfasis en el caso de Venezuela. El tema de las contradicciones existentes entre la cosmovisión defendida por los pueblos indígenas, simbolizada en los principios del Buen Vivir, y el modelo de desarrollo extractivista de países como Ecuador, Bolivia y Venezuela fue abordado en otros conversatorios del Encuentro: “Cambio climático y alternativas para el Buen Vivir”, y “Extractivismo y biocombustibles o el camino hacia la soberanía alimentaria y el Buen Vivir”.


Notas:


[1]  La Red en Defensa de la Humanidad fue fundada por Hugo Chávez en 2004 en el contexto de un gran movimiento a escala mundial contra la invasión de Irak por los EEUU y de un intento de golpe de estado en Venezuela en 2002. La  organización de aquel primer Encuentro de la Red, que contó con la participación de intelectuales, artistas y movimientos sociales de todo el mundo que expresan su apoyo y sobre todo acompañan el proceso político de Venezuela. El Encuentro puso de relieve la importancia que tenía para el gobierno venezolano la defensa de un nuevo paradigma basado en la cultura de la paz y la promoción de un mundo multipolar. El décimo aniversario del ALBA y del Encuentro de la Red en 2014 constituye sin duda la oportunidad de hacer visible un renovado compromiso hacia el legado de Hugo Chávez en un contexto de grandes dificultades económicas para Venezuela.

[2]    El término “guarimba” hace referencia al método utilizado por los participantes de las protestas, en especial al instalar barricadas y otro tipo de obstáculos para impedir el tránsito en las calles. En aquel contexto, Leopoldo Lopez, uno de los oponentes al gobierno, fue detenido bajo acusaciones de “incitar al crimen” y “asociación por crimen organizado”, en el contexto de un intento de un golpe de estado. Aquel período políticamente convulso terminó unos meses después, pero el 1 de octubre de 2014, Robert Serra, el joven diputado de la Asamblea Nacional y figura destacada del partido del gobierno, fue asesinado por fines aparentemente políticos.

[3]    La lengua Mapoyo pertenece a la gran familia linguística Caribe. En la actualidad solo quedan 4 hablantes de un total de 400 miembros del pueblo Mapoyo que viven en el estado de Bolívar. Debido al riesgo de desaparición de sus hablantes, la supervivencia de esta lengua ha sido reivindicada por el movimiento indígena y respaldada por el  gobierno de Venezuela. El pueblo mapoyo participó en la Guerra de Independencia y en reconocimiento, el cacique Paulino Sandoval recibió una de las seis espadas auténticas que se conservan de Simón Bolivar. Durante el gobierno de Hugo Chávez fue saldada una de las reivindicaciones del pueblo mapoyo, al concedérsele títulos territoriales.

[4]     Lengua del pueblo indígena Hiwi que vive en los actuales territorios fronterizos entre Colombia y Venezuela. En Colombia es conocido como el pueblo Sikuani.

[5]     El proceso de acompañamiento o tutela por parte de las instituciones públicas y gubernamentales de las organizaciones indigenas corresponde a las políticas llamadas “indigenistas”, que en países como México o Ecuador representaron una fase inicial del movimiento indígena. Sería necesario estudiar el nivel de autoorganización alcanzado por los movimientos indígenas a la escala nacional en Venezuela, así como su evolución desde el reconocimiento de sus derechos históricos, reflejado en la Constitución de 1999.

Conversatorio “Las luchas indígenas contemporáneas de Nuestra América”, viernes 12 diciembre de 2014,  Auditorio del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas

27 de diciembre 2014, París, Francia Fuente : http://www.alexanfruns.wordpress.com

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